Un espectador accidental o Las ocho de la tarde es «piel y madera». La construcción de la escenografía nos ha permitido juntar el trabajo de nuestras manos y la sencillez de la madera, disfrutando de un viaje que ha transitado desde la firmeza de la estructura a la sutileza de los detalles.
Una cosa nos ha quedado clara: la madera está viva.